“A las once de la noche en
el Planetario, disfrazados con atuendos futuristas”. Me inquietó el modo en el
que íbamos a celebrar el encuentro de antiguos alumnos, pero viendo quien
firmaba la invitación lo entendí todo: Rufino, el número uno de nuestra
promoción que al parecer sigue con su pasión por el espacio.
Llego puntual, visto un
traje plateado con antenas y todo, al que he colocado un dispositivo digital a
la altura del pecho que escanea
imágenes: insuperable.
Concentrado en la imposible tarea de reconocer
a mis colegas, no veo acercarse al ser que palmea mi espalda y me tiende una
mano verdosa de tres dedos, sus ojos alargados me miran inquisitivos mientras
su voz metálica me anuncia que es Rufino. Me comenta que ha estado escribiendo
un libro, que hoy ha puesto “fin” en la
página 2084. Inicia un apasionado discurso sobre la fusión humano-espacial que
me aburre. Estoy concentrado en la autenticidad de su disfraz. Harto de que
siempre me supere en todo me lanzo sobre su cara, tiro fuerte para quitar esa
careta tan perfecta, él grita diciendo que le deje en paz, que le hago daño. Y
lágrimas verdes ruedan por sus escamosas mejillas.
Podéis ver el contenido de la revista pinchando aquí
Buen relato, Yolanda.
ResponderEliminarYolanda, un micro que conjuga varios géneros: el ciencia-ficción, el humorístico, el real, el negro, y donde lo que no se cuenta es tan protagonista como lo que se lee.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Dichoso por compartir publicación contigo.
Abrazos.
Vas lanzada, Yolanda. Me gusta ese tono medio cómico y misterioso.
ResponderEliminarUn saludo y felicidades.
Un saludo
JM
Los disfraces es lo que tienen, que no sabes nunca qué hay debajo.
ResponderEliminarAbrazos terrenales.