lunes, 11 de mayo de 2020

"UNA VENTANA CON VISTAS" mi propuesta para el concurso #NuestrosMayores de Zenda e Iberdrola.

Concurso de historias sobre nuestros mayores



"UNA VENTANA CON VISTAS"


La ventana de Balbina da a los geranios aún sin florecer de los nuevos, la pareja que todos los domingos desayuna boleros y risas. Y da a la del joven músico que solo logra sacar tristeza de su violín. Si mira hacia la derecha puede ver detrás de los visillos a medio echar a Venancio inclinado sobre su interminable colección de sellos, con su fiel Draco pegado a sus zapatillas sin gastar y a su ropa sin estación porque nunca, nunca sale de casa. Para él el confinamiento solo es rutina, piensa Balbina rumiando nostalgia, evocando a los suyos, añorando el cielo de su Juan. Tal vez sea este el momento de ir a su lado… Pero no, todavía no. Aún tiene que enseñar a su nieta a distinguir entre la mano derecha y la izquierda, a atarse los cordones de las zapatillas…, y a la mayor a buscarse fuera del espejo. Mira la foto de su marido y le dice: “tendrás que esperar”, y Juan parece más serio que otros días, como si no estuviera de acuerdo.

Balbina cierra la ventana al vivir de sus vecinos mientras espera la videollamada de su hija. Quizá hoy tenga mejor cara. Tal vez su marido haya encontrado las piezas que le faltaban para completar el puzle y se dedique a buscar las que le faltan por encajar en su vida.

En la televisión la muerte parece estar más flaca, hay unas cuantas cifras menos, tal vez se desvanezca y el vivir se pueda destapar otra vez la cara. La pertinaz tos de los últimos días la obliga a pararse. Venancio la ha sonreído con el álbum de los sellos debajo del brazo, él tampoco puede irse, aún tiene muchas páginas en blanco. 
Los acordes de un violín triste llenan el patio mezclados con las risas de una pareja con la ventana orientada a la pasión.

#NuestrosMayores

lunes, 4 de mayo de 2020

"ÚLTIMA VOLUNTAD" mi propuesta para el concurso de Zenda e Iberdrola: Concurso de historias sobre nuestros mayores #NuestrosMayores


Concurso de historias sobre nuestros mayores




"ÚLTIMA VOLUNTAD"

Hay días que Lupe me recibe llena de ausencia y desmemoria. Esos días no me pide que le hable sobre “lo de ahí afuera”, ni me llena de besos ni risas. Esos días sus ojos son abismos y su boca un nido de silencio. Nos sentamos a ver los rosales en floración, a escuchar el canto de los pájaros y a esperar que el reloj marque el final de la visita. Son días hueros. Horas en blanco. Volver y encontrarme con la Lupe de verdad es el único remedio para compensar ese tiempo hueco.

La última vez que la vi estaba contenta. Tenía planes. Había recibido una llamada de su sobrina: ¡iba a venir a verla!, para Semana Santa, le había prometido, y traería a las niñas. Me enseñó otra vez la foto. Dos pequeñas idénticas, vestidas con el primor de los domingos, sonreían junto a su madre que miraba con orgullo a una cámara que probablemente sujetaban las manos del padre de las criaturas. “No vienen por su culpa”, aseguraba la anciana refiriéndose a él, como si la culpa pudiera ser solo una.

Pero la visita nunca llegó porque el destino dijo no y en su lugar envió a la anciana un visitante invisible que ni siquiera la dejó despedirse de mí porque era martes, y los martes tocaba visitar a doña Puri y llevarle la compra de la semana.

Me dijeron en la residencia que antes de subir a la ambulancia les encargó que todo lo suyo fuese para mí. Así que me han entregado su ropa, su cartilla, los trabajos que hacía en las manualidades y la foto de su sobrina con las niñas. Hoy la he conocido. Llegó muy nerviosa, acompañada de un señor armado de corbata y maletín, a reclamar lo que era suyo. Su tía, se encargó de decir al personal de la residencia, era soltera, no tenía nieta ninguna. Como si ellas no lo supieran. Para calmarla le he entregado todas sus cosas. Solo cogió la libreta y el papel con la última voluntad temblona de la anciana. Todo lo demás quedó allí, sobre la cama vacía. Lo ordené con un amor desprovisto de títulos, que se derramó salado sobre la alegría de las tres féminas de su familia, que contemplaban la escena  encerradas en papel cuché de 10 x 13.

#NuestrosMayores