"PUNTO FINAL"
Una cita con el cirujano plástico garabateada en un papel: miércoles diez, a las doce. El móvil. Un bote de
pastillas. Carmín. Las llaves del apartamento, del último que alquiló, de sólo treinta metros. “Tres mil centímetros
de libertad” decía ella, aunque si te asomabas a la ventana te dabas de frente
con una pared, porque buscarse la vida
por los garitos disfrazado de folclórica no da para horizontes.
Fue un
atropello, un despiste del conductor que la arrolló y la arrastró calle abajo.
La peluca salió despedida y dejó al descubierto su cabeza rapada, la minifalda se le subió hasta arriba, sus zapatos favoritos, los de
charol, quedaron también entre la estela de objetos que llevaban hasta su cuerpo
inerte.
Dicen que cuando la vio el conductor -entre
asustado y aliviado- gritó: ¡ah, un travesti! Como si el desastre fuese menos.
Como si la culpa se rebajase a la mitad.
El collar de perlas que su abuela le
metió a escondidas en el bolso cuando se fue del pueblo y que lucía con tanto orgullo, se rompió, y dejó una estela de níveos puntos suspensivos que desembocaban en uno
–de color rojo pasión- varado en su escote.
#historiasconorgullo
Precioso.
ResponderEliminarGracias ReCompañero. Un lujo tu visita.
EliminarTriste. La imagen del collar de cine.
ResponderEliminarGracias, Javier.
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