CIEN AÑOS DE SEQUÍA
El planeta es un erial
reseco. La tierra, herida de muerte, se cuartea bajo los arañazos de los
jaramagos que ruedan extraviados sobre su corteza. Un viento abrasador barre
las calles en busca de abrevaderos donde calmar la sed.
Los humanos que sobreviven
han mutado. Sus pieles, de tan quemadas, son gemelas al color ambarino de sus
pupilas ciegas. Al anochecer, cuando el enemigo dorado les da tregua, salen de
sus guaridas y reptan en busca de un camino que los conduzca hasta uno de esos
lugares que describen los más ancianos, donde curar su ardor.
Para el concurso de Zenda e Iberdrola #palabrasalviento .
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