sábado, 5 de enero de 2019

"LA BOLA DE CRISTAL" mi aportación al concurso #cuentosdeNavidad de Zenda e Iberdrola.


"LA BOLA DE CRISTAL"


Volver a casa, a la casa donde pasé mi infancia, para poner el cartel de “se vende”, no fue fácil. Nada más colgarlo de la puerta sentí que abría una herida en la piel de la vivienda. Ya dentro, me apresuré a cubrir con sábanas los muebles que no dejaban de escupir recuerdos. En el desván llamó mi atención una caja con el rótulo de “Navidad”, pese a la urgencia por escapar no pude vencer la tentación de abrirla. Dentro, aplastado por el olvido, había un montón de espumillón junto al Niño Jesús temblando de soledad y unos pastores tan descarriados como su rebaño, en busca del portal. La mayoría de las figuras sufría algún tipo de mutilación,  ovejas con tres patas, pastores con un solo brazo, magos sin magia…

Al fondo de la caja estaba la bola de cristal que me trajeron los Reyes cuando tenía siete años. Aún recuerdo lo feliz que me hizo encontrarla en mis zapatos de charol. Ninguna de mis posesiones posteriores ha logrado hacerme sentir tan especial.

La agito esperando ver la nieve de mi infancia cubriendo con su manto los diminutos tejados de las casitas, pero en lugar de eso muestra mi pequeño apartamento en la ciudad que aparece frío y desangelado pese a estar decorado a la última. El salón, con su sobriedad y sin ningún adorno navideño, semeja una oficina. El calendario señala veinticuatro de diciembre, la mesa está dispuesta para un solo comensal.

La muevo otra vez con fuerza esperando ver por fin simplemente nieve llenando la bola. En lugar de eso veo la casa en la que estoy con una familia que no conozco reunida junto a la chimenea, a su lado, el belén de escayola luce espléndido, sin mutilaciones ni huellas de desamparo. El calendario señala un veinticuatro de diciembre del año que se aproxima.

Siento la urgencia de agitarla otra vez esperando ver las pequeñas motas blancas cayendo sobre los tejados de las casitas del interior de la bola y recobrar, aunque sea por un instante, la sensación que sentí de niña. Pero al moverla resbala de mis manos y se estrella contra el suelo. De ella solo quedan un montón de vulgares cristales.

#cuentosdeNavidad


2 comentarios:

  1. Me encanta el texto, plasmas los sentimientos con soltura y llegan de forma directa a quien lo lee. No obstante ¿los cuentos navideños no terminan bien? es que este da una pena...
    Enhorabuena.

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    1. Muchas gracias por tu opinión, Manuela.
      Ya sabes que los cuentos pueden tener finales diferentes, y que, al igual que en las cosas que nos suceden en la vida, no siempre son los que nos gustarían.
      Saludos.

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