por los vericuetos del pasado al que me han transportado unos niños con sus
juegos. Disparo a uno de ellos con un dedo, cae fulminado, pero llega uno de
sus camaradas a defenderlo con una pistola de agua que hace blanco en mi
pecho y muero. Resucito enseguida y me alejo de ellos saboreando una
rosquilla de San Isidro que me lleva a una gloria efímera, que se desvanece al
recordar aquel disparo que ojalá hubiese salido de una pistola de mentira.
Este relato comparte primer premio con Rosalía Guerrero en la XI QUEDADA MADRILEÑA categoría de no asistentes. Teníamos que incluir una comida y un lugar típicos de Madrid y la palabra "Gloria" en honor a nuestra querida compañera, recientemente desaparecida Gloria Arcos.
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