Arrastraba una maleta de esas que ya casi no se ven por ahí, de cuero viejo, de cuero eterno. Tenía además un aire bohemio nada impostado. Yo le miraba con disimulo mal disimulado, estaba tan fascinada por su aura de misterio que no podía apartar la mirada de él. En un momento se esfumaría y mi curiosidad quedaría eternamente insatisfecha. Haciendo acopio de mi escasa valentía me decidí a interrogarle:
-¿Viene de muy lejos?, ¿cuál es su destino? Bonita maleta, ¿puedo tocarla?
Permaneció en silencio, sin alterar su gesto, acaso una leve torsión se dibujó apenas entre su labio superior y su perilla.
Tomó un taxi y desapareció dejando una estela de preguntas sin respuesta, y un aroma de sabanas y mares que permanece intacto en un pañuelo de extraño colorido y suave seda, que no sé cuándo ni cómo, introdujo en mi bolsillo.
Yolanda, ¡qué misterioso! Me gusta, me gusta la intriga, el aire de novedad y de eterno que tienen los encuentros y las despedidas. Y en este caso se mezcla con la magia del personaje.
ResponderEliminarUn besooo
Los misterios que lo siguen siendo con el paso del tiempo, son los únicos que merecen la pena. Eso es lo que pasa en tu cuento, y lo que le hace distinto.
ResponderEliminarSaludos
¡Excelente micro,Yolanda; en el que destaca -por sobre todas las cosas- aquello que omites, lo soterrado, el regalo de ese mistero que nos haces a tus lectores!
ResponderEliminarNarrado con una prosa medida, bien elegida, suave y cadenciosa, da gusto leerlo.
Un abrazo,
Gracias Petra, Paloma y Pedro, por vuestros generosos comentarios. Abrazos.
ResponderEliminar"...con disimulo mal disimulado..." Muy bueno.
ResponderEliminarGracias también a ti José Luis, por acercarte a este pequeño rincón. :)
EliminarInquietante micro. Será, acaso, alguien que la protagonista conoció en otro tiempo? en otra vida? en otro sueño?
ResponderEliminarMe encantan los micros que me llenan de imágenes, como éste.
Un beso enorme, Yolanda.
Otro beso para ti, Patricia.
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