sábado, 11 de febrero de 2012

A MARIQUITA PÉREZ

Era de porcelana,  tenía unos grandes y expresivos ojos castaños, sus pómulos eran sonrosados a tono con su pequeña boca carmesí, poseía una espesa mata de pelo que yo peinaba cada día; llevaba un vestido a rayas rojas y blancas, sus zapatitos eran bajos y se cerraban con una fina tira alrededor del pie. Era mi muñeca. Ella fue mi silenciosa e incondicional amiga, en mi infancia.
Aunque nunca mudaba la expresión de su rostro, parecía escucharme cuando le contaba mis penas, parecía feliz cuando yo lo era.
Recuerdo el día que la abuela me sorprendió asaltando sus mal escondidos dulces, o el día que me mamá me castigó por destrozar su pinta-labios, estuvo a mi lado y sufrió conmigo el peso de las reprimendas.
Después de tanto tiempo ha aparecido en un  viejo baúl: su vestido raído y roto, un ojo casi despintado, la boca decolorada por el paso del tiempo y un pie descalzo.
Desterrada de su encierro, me propongo recomponer su aspecto y encajarla en un lugar privilegiado en el puzle de mi vida.

8 comentarios:

  1. Yo tenía una exactamente igual pero en pequeña, pero lo mejor es que me la compré hace unos diez años, jajajjajaja. Bellos recuerdos, Yolanda.

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  2. Nunca es tarde para darnos caprichos. Lo cierto es que yo nunca tuve ninguna, bueno había una en casa muy del estilo pero era de mi hermana. Un abrazo.

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  3. Mi mariquita Pérez me tocó en un sorteo de la Caja de Ahorros, pero no era de porcelana, jamás fui tan feliz en la infancia. Salgo en algunas fotos antiguas con ella en brazos. Bonitos recuerdos que tu relato han traído a mi memoria.

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    1. Malén, hay que ver esas fotos, porfa, porfa..., yo pensé que esas muñecas eran de porcelana, creo que algunas si lo son. Abrazos.

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    2. Nunca hay que olvidar lo que nos hizo felices. Un beso Yolanda.

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  4. Un relato maravilloso, Yolanda. Es increible la cantidad de objetos que contienen recuerdos.

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  5. Preciosos recuerdos Yolanda. Yo no tuve ninguna Mariquita Pérez, aunque mi madre siempre me la estaba nombrando. Tenía otras muñecas, pero prefería los indios y los vaqueros de mi hermano.

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    1. Gracias a todos por vuestros comentarios, es cierto que hay objetos que esconden una gran carga de emociones. Aunque yo no tuve a Mariquita Pérez, la esencia del relato va dirigido a otros objetos que no olvido. Un abrazo.

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