Soy dos mitades. Una se
despereza y tira de la otra que sólo
quiere dormir. Y lentamente la boca vuelve a ser boca, pese al sabor metálico.
Los dedos de las manos y los pies se llenan de hormigueos. Los ojos quieren
avistar el entorno, ubicarse; tanto tira mi mitad vital de ellos que se abren y
chocan con el techo, aún pesados consiguen deslizarse hasta la pared que luce
un adorno propio de la fecha, en rojo y oro.
Le llega el turno a los
oídos. Traen ecos de risas y sones navideños, pero de pronto acercan,
dolorosos y nítidos, los sonidos de las
campanadas: una, dos, tres… llegan al cerebro, que alarmado por el familiar
sonido, bucea entre las brumas de la
memoria hasta hallar el recuerdo. Ordena
entonces a las manos acariciar el prominente vientre. Cuatro, cinco, las manos
se desploman llenas de vacío; seis, siete… La mitad que quería seguir dormida
tira de la otra que ha bajado la guardia y la arrastra con ella a un lugar más
seguro. Sin ruidos.
Este texto llegó a las deliberaciones finales del mes de dic-14 en el concurso mensual ENTC, para leer los ganadores y restos de mencionados pinchad aquí
Buen relato, Yolanda. Intimista, silencioso y con mucho fondo.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz 2015!
Es un relato extraordinario con una perfecta descripción del vaivén de la consciencia de quien sale de una anestesia o una pérdida de conocimiento, ese ir y volver. El sabor metálico en la boca me lleva a sangre, luego el protagonista ha sufrido algún tipo de accidente o violencia. Es en el segundo párrafo donde se añaden más elementos que hacen pensar al lector, son realmente campanadas recuerdos o las está oyendo en ese momento, o las campanadas son golpes recibidos. Las manos al vientre a mí me llevan a embarazo, y esas manos llenas de vacío a la pérdida del bebé. ¿Han tenido un accidente, han sufrido maltrato? El final está abierto, se queda dormida o muere. Todo ello me lleva a considerar un relato que me gusta mucho pues aunque no queda claro exactamente todo sí que llego a interpretar. Me llamó la atención que el primer párrafo esté en primera y el segundo en tercera, quizás no sea normal en un micro. Enhorabuena, Yolanda.
ResponderEliminarGracias Mei, me alegra mucho que te guste.
ResponderEliminarJavier, siempre he admirado tu capacidad para interpretar con acierto los micros más complicados. Lo has clavado. Efectivamente se trata de una mujer que ha perdido a su hijo una nochevieja, de ahí que sus recuerdos estén vinculados a las campanadas que sonaban en aquel momento y en este, el de su despertar del coma.
Respecto al cambio a segunda persona, ni me había dado cuenta, soy muy impulsiva escribiendo y debo cuidar la técnica y ese tipo de detalles, gracias por la advertencia.
Agradezco tu comentario y visita.
Un abrazo.
Un excelente Despertar, Yolanda.
ResponderEliminarAbrazos varios.
Gracias Lola.
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