ALTOS VUELOS
Ocurrió en otoño. Un viento
persistente y voraz entró en mi biblioteca y, no conforme con curiosear, se llevó
las hojas de mis libros.
La obra de Bécquer voló hasta el parque, insuflando al
septuagenario Ernesto el valor que no hallara en treinta años para declararse a doña Nati, que le dijo que sí con infantil rubor.
Relatos policíacos volaron dos
calles más abajo, cruzaron la rotonda y acabaron en comisaría, haciendo las
delicias del cuerpo policial.
Las pequeñas ficciones, más ambiciosas, volaron en todas las direcciones y fueron aterrizando por pueblos y ciudades creando millones de adeptos que han abandonado los deportes, la tv y todos sus hobbies, pasando a devorar en su tiempo libre este género de forma compulsiva. Los escritores trabajan de forma incansable para atender la demanda y sus tarifas suben de día en día.
Por mi parte, he recuperado mis poesías, mis ensayos y mis novelas, pues por la misma ventana que dejé abierta ha entrado la primavera y el interior de la cubierta de mis libros se llena de hojas nuevas.
#palabrasalviento.
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