EL
VUELO
Marina
contorsiona su cuerpo reviviendo los pasos de baile que practica a través de
los tutoriales de internet mientras él trabaja, y en el fogón, a fuego lento —el
que necesitan las cosas que tienen que salir bien— cocina su plato favorito.
Ignora el ruido de la lavadora donde se centrifuga el tiempo porque el reloj se
acerca a “la hora de él”, y tiene que guardar el tutú y las zapatillas de punto
que compró a escondidas, y meterse de nuevo en las grises de andar por su vida
de rutina, faldas largas y escote cerrado.
La
ventana de la cocina se ilumina con el sol otoñal mientras Marina apaga el
fuego y echa un vistazo al portátil. Su proyecto de crowdfunding para emprender el vuelo ha tenido éxito.
La
lavadora calla. El chup-chup de la cazuela calla. Sólo suena el galopar del
corazón de Marina que esta vez no ha escuchado la llave girar en la cerradura.
Él la sorprende dentro del tutú, sin las zapatillas grises. Ella se alza sobre
las puntas de sus pies, y así, a su
altura por fin, eleva los brazos y en una elegante pirueta escapa por la
ventana abierta.
¡Qué bonito! Enhorabuena, Yolanda.
ResponderEliminarGran relato, Yolanda. El premio es merecido.
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