miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL BRINDIS

Los últimos rayos de Sol, se despedían –perezosos- de los extensos viñedos dando paso a la negrura de una noche que se vestía de fiesta a solo unos metros, en el interior de nuestra casa. Los invitados sepultaban con sus risas y charlas el habitual silencio de nuestro salón. Todo estaba listo para la doble celebración: el compromiso de mi hermana y la presentación en sociedad de nuestro vino estrella, el de la cosecha del 70; su caldo había reposado mimado como un frágil bebé en las mejores barricas de nuestras bodegas. Sólo lo habían probado Lucia y el abuelo, cuyo semblante garantizaba el excelente resultado, no en vano poseía el paladar más experto y cotizado de toda la comarca.
La mesa ya estaba preparada,  miré  a papá y le interrogué con la mirada mientras tomaba la botella para llenar mi copa. Su negativa me llegó con la firme presión de su mano sobre mi hombro: “llénala de agua, aún no tienes edad”. Con casi doce años no podía tomar ni un poquito, así era papá. De mala gana me dirigí a la cocina en busca de agua. Me sorprendió un ruido en la despensa, entré bruscamente y allí estaban mi hermana  y Rodrigo fundidos en un apasionado beso. Quedé a un palmo de ellos, casi formando parte de su intimidad, Lucia se apartó de él y me sonrió, cariñosa. Con el rubor coloreando mis mejillas y mi copa llena de agua me dirigí al salón, seguido por los tortolitos.
            El abuelo tomó la palabra: “Por el mejor vino de nuestra historia, su excelencia le hará grande. Lucia por  favor, tú eres su madrina, desvela su nombre”.
            Ella alzó su copa mirando –cómplice-, a Rodrigo. “El nombre del vino nace de su sabor dulce e intenso, saborearlo te hace sentir especial, su esencia acaricia el paladar llenándolo de  suaves y ardientes sensaciones: como los besos de amor.  Se llamará: PASIÓN”.  En aquel momento entendí  la finalidad de su  beso. Todos aplaudieron y brindamos. El contenido de mi copa en mi paladar, me hizo sentir diferente, pequeño e ignorante, casi invisible.                                  
Calculé el tiempo que me faltaba para conocer los sabores de los que hablaban: vinos y besos de amor; tan remotos los unos, tan inciertos los otros; creo que le debo a ese día mi exitosa profesión de catador de vinos, mientras el agua insípida recorría mi garganta, mis sentidos soñaban con aquellos sabores que en aquel momento me eran vedados, supe entonces que un día serían mi vida.

3 comentarios:

  1. Cuantas historias se desarrollan alrededor de una copa de vino. Yo hago memoria y tengo muchísimos recuerdos asociados a una botella especial. Me ha gustado mucho Brindis. Por fín te he encontrado. Te buscaba en Valencia escribe pero nunca daba con ningún micro tuyo. Espero emborracharme aquí. Un beso Yolanda. De aquí ya no me muevo.

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  2. Gracias Mar por pasarte por aquí, para mí es un lujo, ya que soy adicta a tus micros. Un abrazo.

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  3. Bella historia que conjuga los amores.

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