domingo, 4 de diciembre de 2011

POR CARIDAD

En la consulta entró una mujer de edad indefinida con la mirada perdida y aspecto desaliñado; se sentó antes de que la invitara a hacerlo y comenzó a hablar en un monólogo que rememoró los acontecimientos de un tiempo que sepulté y aparté de mi vida, convencido de que nunca volverían a ella.
…”mi niña era tan dulce, tan inocente, y se fue así, sin más, sin despedirse, no volví a verla, la encontraron destrozada… su cabello pegado a la cazadora que le regalé en navidades. Ese hombre fue su fin, la engatusó con su porte y su labia, nunca lo trajo a casa, no le conocí, no le hizo falta mucho tiempo para estrangularla,  ¿por qué?, ¿qué había en su inocencia que despertó ésa furia en él?”…
Siguió hablando y yo, callado, quise gritarla que su cabello rubio de princesa y su piel translúcida y de terciopelo iban a ser de otro y eso no podía ser, quise gritar que aquel día que me dijo que todo acababa entre nosotros, algo más fuerte que yo se lanzó a través de mis manos sobre su cuello de cisne blanco y suave, y lo partió para siempre. Quise gritar que no sentí culpa al hacerlo, que no he sentido nunca remordimiento sino una gran paz al saber que fue sólo mía, sólo mía: cómo tenía que ser.
“Doctor ayúdeme no puedo seguir viviendo con este dolor pegado a mi alma, deme algo que alivie esta locura. Han pasado los años y no consigo dormir más de dos horas al día”.
Yo, sin embargo, duermo estupendamente cada noche, aún conservo la cinta que recogía su pelo aquella tarde, es una cinta de terciopelo rojo que conserva su aroma, antes de acostarme la acerco a mi nariz y me acuesto feliz al saber que sólo yo poseo ese recuerdo.
La mujer me mira sin llegar al fondo de mis ojos, estrella su dolor ante mi rostro inexpresivo, de pronto al observarla veo un resquicio de su hija en sus rasgos finos y su piel translúcida, “que alivie su dolor”, me pide desesperada. Me acerco a la puerta y hecho el pestillo. Por la espalda rodeo con fuerza su cuello y lo giro en un movimiento fuerte y firme, su dolor ha terminado ya, relajado me dispongo a trazar un plan para eliminar las huellas de mi acto caritativo.

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