No te concibo callada,
no te concibo dormida,
No te buscaré entre muertos
a ti, dueña de la vida.
Dicen que te lleve flores
que las deje allí tendidas
Sobre el mármol blanco y frío
bajo el que duerme tu vida.
No te concibo en silencio,
entre sombras, aterida
No te buscaré entre muertos
tu bandera era la vida
Mientras a tu lado dejan
claveles y clavelinas
Yo evocaré el huidizo
eco, de tu alegre risa.
Yolanda, me ha gustado mucho tu poema. Es triste y refleja la desesperación por la muerte de un ser querido. En mi cementerio particular solo tengo un ser muy muy querido, hace siete años que murió, y nunca, nunca, nunca, he visitado su tumba. Porque sé que no está allí, porque sé que aún está conmigo, riéndo en mi oído. Es magnífico tu poema. Un beso.
ResponderEliminarMagnífico es tu comentario Mar, si desde alguna parte ese ser tan querido para ti puede captar el modo en qué le recuerdas, se sentirá especial y muy orgulloso por el modo en que sigues teniéndolo a tu lado. Un abrazo.
ResponderEliminarUn hermoso homenaje a un ser querido que se ha marchado, pero no para siempre. Permanece vivo en el recuerdo, con la certeza de que volverá a encontrarse con esa persona que le lleva flores.
ResponderEliminarUn saludo, Yolanda.